¡ Oh Virgen Inmaculada !
pura y casta
llena de gracia y bendiciones,
tu imagen divina blindada
por un halo de amor celestial,
quedo grabada en la tilma
de Juan Diego
aquel día glorioso
en el cerro de Tepeyac.
¡ Oh Santa Madre de Dios !
justa, generosa y misericordiosa,
cúbrenos con tu manto lleno de ternura y bondad,
para protegernos de los peligros y enfermedades,
que amenazan nuestra existencia.
Alivia y consuela nuestros sufrimientos, dolores y tristezas,
escucha nuestras súplicas y plegarias e intercede
con tu hijo Jesucristo Nuestro Señor,
para el perdón de nuestros pecados
y merecer la vida eterna. Amén.
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