Hoy celebramos con júbilo y alegría,
con gaitas, parrandas y aguinaldos,
el nacimiento del Niño Dios,
Nuestro Salvador,
del vientre de la Virgen María
Patrona y Madre de Dios.
Entrando en trabajo de parto
en un humilde pesebre, con mulas, ovejas y bueyes,
iluminado por la luz de la estrella de Belén,
que guió los pasos de los Tres Reyes Magos:
Melchor, Baltazar y Gaspar;
a rendirle honor y tributo con regalos
proveniente del Medio Oriente,
de inmenso valor: Mirra, Oro e Incienso.
Nace el Rey del Universo, Rey de Reyes,
primogénito que vino a este mundo
a traer amor, bondad, paz y gozo,
a los corazones de los hombres y mujeres
de buena voluntad; solidarios y fraternos
con el más débil, el necesitado, el desvalido,
víctima de las injusticias e iniquidades de la vida.
Majestuoso Acontecimiento,
que a perdurado en el tiempo
a través de los siglos;
y festejamos en familia, como hermanos,
con regocijo y esperanza en un amanecer
lleno de gloria y bendiciones,
colmado de justicia, equidad y libertad.